Hipocresía rojigualda.

Que España es un país de Católicos, eso ya lo sabemos todos, no lo neguemos, ¡España es un país de católicos! Casi  la mitad de los españoles se declaran agnósticos o ateos, pero la realidad es que aquí todo el mundo acude al dios de los cristianos cuando se siente indefenso ante un avatar ambiguo de la vida. La cuestión de por qué el español suele oponerse a aclarar sus creencias (y prácticamente todo) es porque el español es un hipócrita. Los franceses son autoritarios, los ingleses prepotentes, los alemanes explotadores, los italianos tramposos, y nosotros, los españoles, por mucho que nos afanemos en decir que el rasgo que nos caracteriza es la apatía, no estamos reconociendo nuestro verdadera fisonomía definitoria simplemente por HIPÓCRITAS –ah, es ser hipócritas claro.

En España todo el mundo se droga (y digo todo el mundo), pero lo estudios reflejan todo lo contario. En España todo el mundo consume prostitución (y digo todo el mundo), y curiosamente el número de matrimonios es muchísimo mayor al de solteros. En España todo el mundo está arto de la telebasura (y digo todo el mundo), pero los indicadores de audiencia dicen todo lo contrario. Y como en estos tres ejemplos, algo parecido pasa con el catolicismo, casi la mitad de la población se declara agnóstica o atea, pero lo sorprendente es que el número de abonados a este club de los buenos y los solidarios (me río), se mantiene con leves fluctuaciones.

Hay que reconocer que desde la caída del régimen del Enano, el catolicismo, utilizado entonces como un instrumento de control de masas, ha ido perdiendo paulatinamente gran cantidad de socios, bien porque algunos fieles apostataron, o bien por el reciclaje generacional, pero a pesar de todo, la iglesia católica sigue contando con una suma importante de adeptos practicantes y no practicantes. En estos últimos años, después de conocer un poco mejor la verdadera concepción de este circo de las formas y el rezo, el número de los que se hacen llamar sus seguidores, ha vuelto a sufrir una caída considerable. Pero en el fondo, y a pesar de los reveses, en España el catolicismo está muy arraigado en las conciencias de todos los que formamos este disparatado pueblo.

Que este fin de semana el Papa (o el Santo Padre como se hace llamar) se regodee ante miles de fieles, no tiene que ser algo que sorprenda. El anciano autócrata, claudicará su mensaje de esperanza hacia una masa posiblemente desesperada de todo, incluso de ser católico. Y el estado se gastará cantidades desorbitadas de dinero para que ese mensaje nos haga afrontar mejor los desgraciados días que nos quedan. Así, cuando veo a todos esos grupos detractores a la visita, creo que se equivocan completamente, incluso me atrevo a decir que pierden el tiempo, ya que el problema no reside en que el anciano dicte sus sentencias (o nos deje su mensaje), sino en toda esa masa ¡hipócrita! que se posiciona contraria a la legalización de la droga (a pesar de que la consuma), que dice que no ve telebasura (a pesar de que no se despega del televisor) , que odia la prostitución (a pesar de dejar los ahorros en los club) y que se declaran agnóstica o atea, y sin embargo, estará siguiendo al sayón padre, escuchando un mensaje que seguramente nadie comprenda por miedo a aceptar sus consignas impositoras e hirientes.  Porque les recuerdo que España es un país de hipócritas, y claro, de católicos.

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el sillon del vago
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Una respuesta a Hipocresía rojigualda.

  1. viejo sam dijo:

    ¡¡BRAVO!!¡¡BRAVO!!

    He visto el espíritu de Larra renacer.

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